El cuento de hoy nos habla de enfocarnos en todo aquello que nos es útil y saludable y ese bien regalarlo a los demás.

Un joven discípulo paseaba con su maestro cuando, en un momento dado, el discípulo le preguntó:
- Maestro, ¿qué debo hacer para no sentirme molesto con algunas personas?
- ¿A qué personas te refieres?
- A las que hablan demasiado, otras son ingnorantes, algunas son indiferentes, otras mentirosas y otras calumnian. Y todas esas personas despiertan en mí sentimientos de rabia, enfado y sufrimiento.
- Pues vive como las flores.
- No le entiendo, maestro. ¿Cómo es vivir como las flores?
- Fíjate en esas flores -dijo el maestro señalando unas flores al lado del camino-. Ellas nacen en el estiércol, sin embargo son puras y perfumadas; extraen del abono maloliente todo aquello que les es útil y saludable, pero no permiten que lo agrio de la tierra manche la frescura de sus pétalos.
El maestro, después de una breve pausa, prosiguió:
- Es justo angustiarse con las propias culpas, pero es de sabios no permitir que los vicios de los demás te incomoden: los defectos de ellos son solamente de ellos y no tuyos, y si no son tuyos no hay motivo para molestarse. Ejercita pues la virtud de rechazar todo lo malo que viene de otros y perfuma la vida de los demás haciendo el bien. Esto es vivir como las flores.
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