El ego es tu imagen; es tu máscara social; es el papel que estás ejerciendo. Tu máscara social crece con la aprobación; quiere ejercer el control y se sostiene con el poder porque vive del miedo. Deepak Chopra
Inicio el artículo de hoy con estas palabras de Deepack Chopra sobre el ego porque me encanta cómo explica qué es el ego en tan pocas líneas. De todas maneras, yo me voy a extender algo más a lo largo de este artículo.
Explicando qué es el ego
El ego es un «yo» falso que se alimenta de creencias también falsas que nos dicen cómo debe ser el mundo. Estas creencias pueden ser familiares, sociales, culturales… y las arrastramos de generación en generación; por eso nos cuesta tanto de detectar y de limpiar. Las heredamos de nuestros ancestros de la misma manera que heredamos los aspectos físicos.
Esta manera de ver el mundo, hace que perdamos la capacidad de ver las personas o las situaciones de una manera objetiva; ya que todas estas creencias las tenemos tan ancladas que nos provocan una distorsión de la realidad.
El ego es feliz con todo lo que signifique separación y exclusividad. La separación nos hace sufrir porque nos trae siempre un sentimiento de insatisfacción. Cuando no nos sentimos parte de un todo, surgen las comparaciones, los celos, las envidias y esto nos provoca ansiedad y sufrimiento. Él siempre tiene sed y nunca tiene suficiente. Tiene una gran capacidad manipuladora para lograr tener lo que quiere y para que aparentemos ser quienes no somos. Esto nos hace infelices porque sufrimos una incoherencia entre lo que realmente somos y lo que fingimos ser.
No somos quien el ego nos hace creer que somos
Cuando recitamos mantras, cuando meditamos o cuando realizamos algo que nos apasiona, el ego queda apartado; no tiene espacio porque él se alimenta de los pensamientos negativos, del miedo… y cuando estamos haciendo todo esto, no podemos pensar ni dar vueltas y más vueltas a lo que sucedió o a lo que puede suceder.
Nosotras no somos lo que creemos que somos; no somos un oficio, un título universitario, la ropa que vestimos ni siquiera somos el nombre que nos pusieron al nacer… Vivimos con la falsa ilusión que lo controlamos todo y que tomamos nosotras las decisiones de nuestra vida; pero no es así, ya que es nuestra parte más inconsciente (esa en la que viven nuestras creencias limitantes y nuestros miedos, aunque también nuestras emociones y nuestra creatividad) la que nos hace tomar decisiones.
La vocecita manipuladora
El ego, sobre todo, es esa vocecita que nos dice que todo lo hacemos mal, que hay algo malo en nosotros, que tenemos que ser diferentes, que nos critica y no nos deja vivir en paz.
Es la voz que siempre nos está tirando hacia abajo, que nos hace sentir pequeños, nos provoca dudas constantes y nos hace vivir en la desconfianza o en la preocupación.
Me gustaría, antes de continuar, comentar que el problema no es tanto el ego, como que este esté mal educado. Es lo que vamos creando cuando vivimos más desde el temor y la inseguridad en lugar de hacerlo desde el amor.

¿Cuál es la función principal del ego?
Su función principal es la de velar por tu supervivencia. El problema es que hace lo que sea para conseguirlo. Todo le está bien, pero como el ego no tiene voluntad propia, te manipula para que seas tú quien hagas lo que él te manda.
Para que hagas lo que él quiere que hagas, te ha preparado varias máscaras sociales. Cada vez que te pones una, te vas alejando más y más de quién eres de verdad. Te apartas de tu yo auténtico.
Él necesita halagos, la aprobación de los demás, tener el control de las situaciones y de las personas para alimentarse. Necesita creer que tiene el poder, pero en realidad, lo que tiene es miedo. El ego necesita creerse superior para disimular su verdadero sentimiento de inferioridad.
El intelecto es el principal instrumento del ego
El intelecto nos resulta útil a la hora de escoger si nos enganchamos a una situación o a un pensamiento, o lo liberamos. Engancharnos significa que le vamos dando vueltas y más vueltas a una situación que nos preocupa, liberarla significa que dejamos de enfocarnos en lo que nos angustia para poder encontrar la solución correcta a nuestro problema.
Si estamos solamente enfocadas en lo que nos angustia, en lo que nos preocupa, estaremos tan ocupadas en ello que no podremos ver ni recibir la solución que nos liberaría de ese estado.
El ego utiliza el intelecto para hacernos desconfiar de los demás, para hacernos vivir desde el miedo (a un atraco, a un atentado, a que alguien nos quite el trabajo o la pareja…) porque que el ego cree en la posesión y no en la libertad. Nos hace creer en fantasmas que para nosotros son reales en el momento que los estamos sintiendo.
Cuando el ego nos domina, nos resulta muy difícil vivir en paz.
¿Cómo sabemos que el ego está gobernando nuestros pensamientos?
En cada persona y en cada momento el ego se muestra de distintas maneras.
Todos tenemos algunas dosis de estas características que te nombro a continuación, el problema se convierte cuando son relevantes en la persona.
- Cuando alguien no soporta pasar desapercibido y hace cualquier cosa para llamar la atención.
- Cuando interrumpe permanentemente a los demás y no deja nunca que terminen de hablar. Nunca escucha y solamente quiere hablar esa persona.
- Cuando no soporta los éxitos de los demás y los critica efusivamente.
- Cuando busca y necesita el reconocimiento de los demás en todo lo que hace.
- Cuando siempre cree saber más que nadie y a menudo utiliza frases del tipo: «Ya te dije yo que pasaría esto, pero claro, como tú nunca me haces caso»; «Mira que te lo avisé, ¿eh? Pero tú venga a hacer lo que quieres».
- Cuando siempre consigue que las cosas vayan como quiere a costa de tergiversar, engañar, mentir, manipular o justificar lo que sea necesario.
- Cuando siempre critica, etiqueta y juzga a los demás.
¿Cómo podemos encontrar la solución correcta a lo que nos angustia? ¿Cómo podemos cambiar nuestros pensamientos de vergüenza, ira, angustia, etc., hacia otros de paz?
Limpiando, limpiando y limpiando. ¿Cómo limpiamos? Cambiando estos pensamientos que nos hacen desconfiar, que nos generan miedos limitantes y que nos provocan angustias innecesarias, por otros que nos permitan limpiar estos pensamientos (que son creencias que tenemos tan incrustadas en el cerebro que vemos como verdades absolutas y que defendemos a capa y espada).
Los pensamientos los cambiamos repitiéndonos palabras sanadoras, palabras que vibran en una frecuencia sanadora y que nos permiten liberar lo que nos angustia y, sobre todo, desviar la atención de los pensamientos que nos hacen sufrir hacia estas palabras-mantra.
Limpiar lo que arrastramos desde quién sabe cuándo. Cambiar nuestro discurso interno por palabras tales como «Gracias» o «Te quiero»; liberando rencores pasados que no sirven más que para hacernos daño y aumentar nuestra desconfianza hacia el mundo; y con una frase tan mágica como «Perdóname».
Al ego no le gusta que no le hagamos caso
Como he dicho antes, el ego tiene miedo. Es una parte nuestra que desconfía y a la que no le gusta sentirse desnuda. Cada vez que repetimos mantras o desviamos los pensamientos de angustia por otros más saludables, sobre todo al principio, el ego se defiende y nos envía mensajes del tipo: «¿No ves que esto es una estupidez?»; «Haces el ridículo repitiendo estas frases»; «¿Qué quiere decir eso de perdonar? ¡Con el daño que te han hecho!», etc.
Eduquemos al ego
Todas estas frases que nos va repitiendo el ego cada vez que limpiamos memorias, son un acto de defensa porque tiene miedo. Él se alimenta del temor, de la inseguridad, de la desconfianza y si nosotros limpiamos y eliminamos todo esto, él tiene miedo de desaparecer. Esto no es así, el ego no lo podemos hacer desaparecer y, de hecho, tampoco lo queremos hacer porque él forma parte de nosotras. Lo único que queremos es educarlo para que no nos limite, para que no nos bloquee, para que no coarte nuestras iniciativas y nuestra libertad.
Cuando limpiamos de manera constante llega un momento que el ego calla porque ve que no tiene nada que hacer, porque se ha cansado de batallar contra nuestro firme propósito de tener pensamientos sanadores y, entonces, es cuando empezamos a sentir paz interior, a no demandar tanto de los demás, a no tener miedo a perder y ganamos mucha más tranquilidad y confianza.

Trucos para dominar el ego
Las personas que me conocéis sabéis que soy una gran admiradora del psicólogo norteamericano Wayne W. Dyer. Él dejó escritos siete trucos sobre cómo dominar el ego.
No permitas que nadie te ofenda
Cuando percibes que alguien te ofende, te debilitas. El ego es orgulloso y siempre busca ocasiones para sentirse ofendido y, como las busca, siempre las encuentra.
La vocecita interior te repite una y otra vez que tú no te mereces este agravio, que cómo puede ser que te hagan esto a ti, etc. y estos pensamientos te llevan a defenderte porque has sentido que te atacaban.
En este caso, utiliza el intelecto para decidir si lo que quieres es sentirte mal o sentirte en paz.
Respira profundamente, observa e incluso haz broma de lo que te parece una ofensa tan grande, sonríe y limpia repitiendo un mantra que te haga cambiar esta vibración ingrata.
Libérate de la necesidad de ganar
Al ego le entusiasma la competición y, sobre todo, el dividirnos entre ganadoras y perdedoras. No siempre podemos ganar, en algún momento siempre habrá alguien más rápido, más joven, más hábil, más fuerte, más lista… que nosotras y cuando esto ocurra, si el hecho de ganar es algo muy importante para ti, te sentirás insignificante y tu autoestima bajará en picado.
Nosotras no somos nuestras victorias. Quien tiene miedo de perder es el ego. Dedícate a ponerte en el papel de observadora, mira y disfruta de lo que vas viviendo sin necesidad de estar ganando siempre. Esto te dará mucha paz y, curiosamente, al soltar esta ansia de ganar todo el tiempo, la vida te traerá muchas más victorias de las que te puedas imaginar.
Libérate de la necesidad de tener siempre razón
El ego mal educado es feliz cuando los demás se equivocan. Le encanta demostrar que tenemos razón y argumentará lo que sea necesario para demostrarlo.
Cuando podemos decirle al ego que no nos importa tener siempre razón porque la razón es muy relativa y lo que nosotros queremos es estar en paz, le venimos diciendo metafóricamente que nosotros no somos sus esclavos.
Desconcertemos al ego dándole la razón al otro y descubriremos una manera fantástica de sentirnos.
Wayne Dyer nos propone que cuando nos encontremos en una discusión, nos detengamos unos instantes y nos preguntemos: «¿Qué quiero, ser feliz o tener razón?»; si elegimos ser felices fortaleceremos nuestra conexión con nuestro yo superior y conseguiremos expandir nuestra fuerza creativa, nuestro propósito de vida.
Libérate de la necesidad de ser superior
El maravilloso truco para ser feliz consiste en no compararnos con los demás. A no querer ser mejor que los demás, sino trabajar para ser mejores de lo que nosotras éramos ayer.
No hay nadie superior a otro; todos tenemos un potencial concreto y nuestro trabajo es descubrirlo y potenciarlo. Siempre enfocándonos en nuestro propósito de vida y dejando tranquilas a las demás.
Cuando proyectamos sentimientos de superioridad hacia las demás, recibimos resentimiento e incluso hostilidad que nos alejan de la paz interior que deseamos alcanzar.
Libérate de la necesidad de tener más y más
A lo largo de estos artículos siempre hablo de la importancia de recitar mantras que nos aporten una vibración elevada; en este caso, el mantra del ego es «más».
Consigas lo que consigas, el ego siempre quiere más. Nos dirá una y otra vez: «cuando tengas esto, serás feliz», «cuando tengas pareja, serás feliz», «cuando tengas hijos serás feliz»… Y esto nos lleva a una lucha constante para conseguir lo que desea el ego.
Lo más curioso de todo, es que cuando dejamos de desear las cosas desde la angustia por alcanzarlas las liberamos, y desde esta libertad llegan a nosotras de manera fluida porque estamos desapegadas de esta necesidad ansiosa de tener.
Wayne Dyer cita a San Francisco de Asís que dice: «… es dando cuando recibimos. Cuando permitimos que la abundancia fluya hasta nosotros a través nuestro, establecemos una correspondencia con la Fuente creadora y nos aseguramos que esta energía siga fluyendo».
Libérate de la necesidad de identificarte con tus éxitos
Para el ego, nosotras y nuestros logros somos uno; pero nosotras no somos estos éxitos. Todo surge de la Fuente creadora (la llames como la llames en función de tus creencias: Dios, Universo, Yo Superior…), nosotras sólo somos observadoras.
Observa todo lo que te rodea y aquello que tienes en tu vida y agradece esto:
Gracias por todo lo que hemos conseguido.
Gracias por todo lo que me rodea; por las personas que tengo cerca y por todo lo que me hace la vida más fácil.
Nuestro trabajo es el de permitir y el de actuar desde la acción inspirada que es la que nos llega cuando apartamos el ego y dejamos fluir la magia de nuestra Divinidad o Yo superior.
Las últimas palabras por hoy
Todo lo que comparto aquí, en mis conferencias y en mis libros son fruto de lo que estoy viviendo en estos momentos; no pretendo tener razón, lo que sí que me gustaría deciros es que si actualmente la vida que estáis viviendo no os complace porque sentís carencias (afectivas, económicas, de salud…), observad si quien está al mando de vuestra vida es el ego o el amor hacia vosotras, y actuad en consecuencia.
Muchas gracias por leer este artículo. Nos vemos en el siguiente post.
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